miércoles, 24 de agosto de 2016
martes, 23 de agosto de 2016
lunes, 22 de agosto de 2016
MAGIA
Es del conocimiento común, aún entre las masas, que las Brujas practican magia. Puede haber
ideas distorsionadas acerca del tipo de magia practicado, pero la Bruja es firmemente asociada,
en la cultura popular, a las artes mágicas.
La Wicca es, como ya vimos, una religión que engloba la magia como un de sus conceptos
básicos. Esto no es extraño. En verdad, es normalmente difícil distinguir donde termina la
religión y donde comienza la magia, en cualquier fe.
Aun así, la magia tiene papel especial en la Wicca. Nos permite mejorar nuestras vidas y
devolver energía a nuestro maltratado planeta. Los Wiccanos también establecen relaciones
especiales con La Diosa y con El Dios por medio de la magia. Esto no quiere decir que todo
encantamiento es una oración, ni las invocaciones encantamientos con palabras diferentes. Al
trabajar con las fuerzas que el Dios y la Diosa encarnan, crecemos aproximándonos a ellos. El
acto de llamar por sus nombres y visualizar su presencia durante los encantamientos y ritos crea
un lazo entre lo Divino y lo humano. Así, en la Wicca, la magia es una práctica religiosa.
Definí la magia un sinnúmero de veces en mis libros. Sorprendentemente, es una tarea difícil. Mi
más reciente y refinada definición es:
Magia es la proyección de energias naturales para producir efectos necesarios.
Hay tres fuentes principales de tal energía - el poder personal, el poder de la Tierra y el poder
divino.
El poder personal es la fuerza vital que sostiene nuestras existencias terrenales. Ella mueve
nuestros cuerpos. Nosotros absorbemos energía de la Luna y del Sol, del agua y de los alimentos.
Liberamos esa energía durante los movimientos, los ejercicios, el sexo y el parto. Incluso respirar
libera energía, a pesar de que recuperemos lo que fue perdido con la inspiración.
En la magia, el poder personal es generado, imbuido de un propósito específico, liberado y
direccionado a su objetivo.
El poder de la Tierra es lo que reside en el interior de nuestro planeta y en sus productos
naturales. Piedras, árboles, el viento, las llamas, el agua, cristales y aromas poseen poderes
únicos, específicos, que pueden ser utilizados durante rituales de magia.
Un Wiccano puede sumergir un cristal de cuarzo en agua salada para limpiarlo y enseguida
presionarlo contra el cuerpo de una persona enferma para enviar sus energías curativas. O puede
esparcir hierbas alrededor de una vela encendida para producir un efecto mágico específico.
Distintos aceites son aplicados al cuerpo para efectuar alteraciones internas.
El poder divino es una manifestación tanto del poder personal como del poder de la tierra. Esta
es la energía que existe en la Diosa y en el Dios - la fuerza vital, la fuente del poder universal
que creó todo aquello que existe.
Los Wiccanos invocan a la Diosa y al Dios para bendecir la magia con su poder. Durante los
rituales, pueden dirigir el poder personal hacia las deidades, pidiendo que una determinada
necesidad sea atendida. Es decir, magia verdaderamente religiosa.
Por lo tanto, la magia es un proceso por el que los Wiccanos operamos en armonía con la fuente
del poder universal, la cual visualizamos como Diosa y Dios, así como con las energías personal
y de la tierra, para que mejorar nuestras vidas y para llevar energía a la Tierra. La Magia es un
método por el cual los individuos, bajo nada más que su auto-determinada predestinación,
asumen el control de sus vidas.
Contrariamente a la creencia popular, la magia no es sobrenatural. Ciertamente, es una práctica
oculta (escondida) imbuida en milenios de secretos, calumnias y desinformación, pero es una
práctica natural que utiliza poderes genuinos aún no descubiertos o catalogados por la ciencia.
Esto no invalida la magia. Ni los mismos científicos declaran saber todo sobre nuestro universo.
Si así lo hicieran, el campo de la investigación científica simplemente no existiría. Los poderes
que los Wiccanos utilizan un día serán documentados y así perderán su misterio. Así ha
sucedido, en parte, con la hipnosis y la psicología, y puede en breve acontecer con la percepción
extra sensorial. El magnetismo era un aspecto firmemente establecido de la magia hasta ser
«descubierto» por la ciencia. Pero, aún hoy, los imanes son utilizados en encantamientos y
talismanes, y tales fuerzas despiertan antiguos sentimientos extraños.
Juguetee con dos imanes. Vea las fuerzas invisibles resistiéndose y atrayéndose de una manera
aparentemente sobrenatural.
La magia es similar. Aunque aparenta ser completamente ilógica, sin fundamento en hechos,
funciona de acuerdo con sus propias reglas y lógica. Sólo porque no sea totalmente comprendida
no quiere decir que no exista. La magia es efectiva para causar manifestaciones de cambios
necesarios.
Y esto no es autoengaño. La magia practicada de modo correcto funciona, y ninguna tentativa de
explicación altera este hecho.
He aquí la descripción de un típico ritual de velas. Me usaré a mi mismo como ejemplo.
Digamos que necesito pagar una cuenta de teléfono de cien dólares, pero no tengo dinero. Mi
objetivo mágico: medios para pagar la cuenta.
Decido utilizar un ritual para ayudar a dirigir mi concentración y visualización (Vea Capítulo 11.
Ejercicios y Técnicas de Magia.) Al chequear mi material mágico, percibo que tengo velas
verdes, aceite de patchuli, una buena cantidad de hierbas que atraen dinero, papel pergamino y
tinta verde.
En mi altar, enciendo las velas que representan la Diosa y el Dios, mientras invoco
silenciosamente su presencia. A continuación, enciendo un pedazo de carbón y esparzo sobre él
canela y salvia como un incienso mágico de prosperidad.
Hago un dibujo de la cuenta de teléfono en el papel, marcando claramente el total en números.
Mientras dibujo, visualizo el papel ya no como un simple papel, sino como la propia factura.
A continuación, dibujo un cuadrado en torno a la cuenta, que simboliza mi control sobre ella, y
hago una gran “X” en torno a ella, cancelando efectivamente su existencia (lo que de hecho
ocurrirá cuando esté pagada).
Ahora paso a visualizar la cuenta siendo pagada en su totalidad. Puedo escribir esto sobre el
dibujo, haciendo como que parezca sellada con esas palabras. Me visualizo mirando para mi
talonario de cheques, viendo que el saldo será suficiente para cubrir la cuenta, y a continuación
cubriendo el cheque.
Entonces, unto una vela verde con aceite de patchuli, desde las extremidades hacia el centro,
mientras digo algo cómo lo que sigue:
Llamo por las fuerzas de la Diosa Madre y del Dios Padre, llamo por las fuerzas de la Tierra,
del Aire, del Fuego y del Agua, llamo por el Sol, por la Luna y las estrellas para que me traigan
los fondos para pagar esa cuenta.
Aún visualizando, posiciono la vela en su soporte directamente encima del dibujo de la cuenta.
Esparzo hierbas alrededor de la base de la vela, declarando (y visualizando) que cada una de
ellas está enviando su energía para mi objetivo:
Salvia, hierba de Júpiter, envía tus poderes para mi encantamiento.
Canela, hierba del Sol, envía tus poderes para mi encantamiento.
Hecho esto, aún visualizando mi cuenta como paga en su total, enciendo la vela y, mientras la
llama brilla, libero la energía que concentré en el dibujo.
Dejo que la vela se queme por diez, quince minutos o más, dependiendo de mi habilidad en
mantener la visualización. Visualizo la vela absorbiendo la energía que concentré en el dibujo.
Veo las hierbas canalizando su energía en la llama de la vela, y las energías combinadas de las
hierbas, la vela, el aceite de patchuli y el dibujo – sumadas a mi poder personal – fluyendo de la
llama y partir para hacer que mi objetivo mágico se manifieste.
Cuando no pueda seguir manteniendo la concentración, retiro el dibujo, le prendo fuego con la
vela, la cojo por algunos instantes mientras arde y enseguida lo tiro en el caldero que queda al
lado de mi altar.
Finalmente, permito que la vela se consuma, con la certeza de que el ritual surtirá efecto.
Después de un día o dos, tal vez una semana, recibiré un dinero inesperado (o atrasado), o
conseguiré saldar otras obligaciones financieras de forma que me liberen de la factura de
teléfono.
¿Cómo funciona esto? A partir del momento que decido realizar un acto de magia, estoy
haciendo magia. Pensar sobre magia pone el poder personal en movimiento. Durante todo el
proceso – reunir el material, diseñar la cuenta, encender la vela, visualizar – estoy despertando y
imbuyendo mi poder personal con mi necesidad mágica. Durante el propio ritual, libero ese
poder en la vela. Cuando finalmente quemo el dibujo, la última de esas energías es liberada e
inicia el trabajo para que me sea posible pagar la cuenta.
Puedo no ser capaz de decir exactamente cómo funciona la magia, sino sólo que ella de hecho
funciona. Felizmente, no necesitamos saber de eso; basta que sepamos cómo hacerla funcionar.
No soy perito en electricidad, pero puedo conectar mi tostadora en la toma y tostar mi pan
integral. De igual manera, en la magia nosotros nos «conectamos» a la energía que nos circunda
y nos rodea.
Hay muchos modos de practicar magia. Los Wiccanos generalmente escogen formas simples y
naturales, a pesar que algunos prefieran ceremonias elaboradas, prestadas de clásicos como la
Llave de Salomon (ver Bibliografía). Normalmente, sin embargo, practicar la magia envuelve
hierbas, cristales y piedras; la utilización de símbolos y colores; gestos mágicos, música, voz,
danza y trance; proyección astral, meditación, concentración y visualización.
Hay, literalmente, miles de sistemas de magia, aún en la propia Wicca. Por ejemplo, existen
incontables modos mágicos de trabajar con cristales, hierbas o símbolos, y combinándolos se
crean aún más sistemas.
Muchísimos libros sobre sistemas de magia han sido publicados, y algunos de ellos listados en la
Bibliografía. En mis libros, ya discutí los poderes de los elementos, de los cristales y de las
hierbas. En esta obra, el tema de la magia de las runas es explorado como ejemplo de un sistema
mágico en sí mismo, con pistas de cómo combinarlas con otros sistemas.
Tales sistemas no son necesarios para la práctica exitosa de magia. Practicar magia con la mera
manipulación de instrumentos como piedras y cristales será ineficaz, pues el verdadero poder de
la magia está dentro de nosotros mismos – el don de la Divinidad.
Por lo tanto, no importa cuál sea el sistema de magia elegido, siempre deberemos infundir el
poder personal con la necesidad, y enseguida liberarlo. En la magia Wiccana, el poder personal
es reconocido como nuestra conexión directa con la Diosa y con el Dios. La Magia, por lo tanto,es un acto religioso con el cual los Wiccanos se unen a sus deidades para mejorarse a sí mismos
y a su mundo.
Esto es importante – la magia es una práctica positiva. Los Wiccanos no practican magia
destructiva, manipulativa o explotadora. Puesto que reconocen que el poder activo en la magia
es, en su esencia, procedente de la Diosa y del Dios, las prácticas negativas constituyen un
verdadero tabú. La Magia «maléfica» es un insulto a sí mismos, a la raza humana, a la Tierra, a
la Diosa y al Dios, y al propio universo. Las consecuencias pueden ser inimaginadas. La energía
de la magia es la propia energía de la vida.
Cualquiera puede practicar magia – dentro de un contexto religioso o no. Si ciertas palabras o
gestos surgen en su mente durante un encantamiento y parecen adecuados, úselos. Si no
encuentra un ritual que le agrade o que sea apropiado para sus necesidades, cree uno. No es
necesario escribir bellas poesías o crear coreografías para treinta bailarines portando incienso y
trece sacerdotisas cantantes.
Sin nada más, encienda una vela, acomódese delante de ella y concéntrese en su necesidad
mágica. Confíe en sí mismo.
Si realmente desear conocer la naturaleza de la magia, ¡practíquela! Muchos temen a la magia.
Han aprendido (de no practicantes) que es peligrosa. No tema. Atravesar la calle también es
peligroso. Pero, si se hace del modo correcto, estará perfectamente bien.
Por supuesto, el único medio de descubrir esto es atravesando la calle. Si su magia posee amor,
no correrá ningún riesgo.
Llame por la Diosa y por el Dios para protegerlo y enseñarle los secretos de la magia. Pida a las
hierbas y a las gemas que revelen sus poderes – y présteles atención. Lea cuánto pueda,
descartando informaciones negativas o perturbadoras.
Aprenda por la práctica, y la Diosa y el Dios lo bendecirán con todo aquello de que realmente
necesita.
SCOOT CUNINNGH 1981
LA DIVINIDAD
Todas las religiones son estructuras contstruídas sobre la reverencia a lo Divino, y la Wicca no es
una excepción. Reconoce la existencia de una fuerza suprema, inestimable, absoluta, de donde
surgió todo el universo.
El concepto de este poder, mucho más allá de nuestra comprensión, casi se ha perdido en la
Wicca debido a las dificultades que tenemos en relacionarnos con él. Sin embargo, los Wiccans
se conectan con esa fuerza por medio de sus deidades. Conforme los principios de la naturaleza,
esa fuerza suprema fue personificada en dos seres básicos: la Diosa y el Dios.
Cada deidad que ha recibido adoración en este planeta existe como arquetipo del Dios y de la
Diosa. Los complejos panteones de deidades surgidos en muchas partes del mundo son
simplemente aspectos de esos dos. Toda diosa está incluída en el concepto de la Diosa. Y todo
dios, en el del Dios.
La Wicca honra a estos dos aspectos por sus vínculos con la naturaleza. Puesto que la mayor
parte de (aunque por supuesto no toda) la naturaleza está dividida en género, las deidades que la
simbolizan son concebidas de modo análogo.
En el pasado, cuando la Diosa y el Dios eran tan reales como la Luna y el Sol, los ritos de culto y
adoración no eran estructurados, sino una unión espontánea y alegre con lo Divino.
Posteriormente, los rituales pasaron a seguir el curso del Sol a través del año astronómico (y de
este modo las estaciones) así como el crecer y el menguar mensual de la Luna.
Actualmente, ritos similares son observados en la Wicca, y su desarrollo regular crea una
cercanía mágica con esas divinidades y con las fuerzas detrás de ellas.
Felizmente, no precisamos aguardar por las ocasiones rituales para acordarnos de la presencia de
los Dioses. La visión de una flor perfecta en un campo árido puede suscitar sentimientos tan
fuertes como los originados por los más poderosos de los ritos formales. Vivir en contacto con la
naturaleza hace de cada momento un ritual. Los Wiccans se sienten cómodos al comunicarse con
animales, plantas y árboles. Sienten la energía en piedras y en la arena, y hacen que los fósiles
hablen sobre sus orígenes primitivos. Para algunos Wiccanos, observar el nacer o el ponerse del
sol y la luna diariamente es un ritual en si, pues son los símbolos celestes del Dios y la Diosa.
Puesto que la Wicca ve lo Divino inherente a la naturaleza, muchos de nosotros nos envolvemos
con la ecología - salvar la Tierra de una mayor destrucción hecha por nuestras propias manos. La
Diosa y el Dios aún existen, como siempre han existido, y para honrarlos nosotros honramos y
preservamos nuestro precioso planeta.
En el pensamiento Wiccan, las deidades no existían antes que los espíritus de nuestros ancestros
tomasen conciencia de ellas. Sin embargo, las energías trás ellas ya existía; ellas nos crearon.
Los primeros adoradores reconocieron a éstas fuerzas como La Diosa y el Dios,
personificándolos en un intento de entenderlos mejor.
Los Antiguos no murieron cuando las antiguas religiones paganas cedieron al surgimiento del
cristianismo en Europa. Muchos de los ritos desaparecieron, pero no eran los únicos eficaces. La
Wicca está viva y bien, y las Deidades responden a nuestras llamadas e invocaciones.
Al visualizar a la Diosa y al Dios, muchos de los Wiccanos los ven como conocidas deidades de
religiones antiguas. Diana, Pan, Ísis, Hermes, Hina, Tammuz, Hécate, Ishtar, Cerridwen, Thoth,
Tara, Aradia, Ártemis, Pele, Apolo, Kanaloa, Bridget, Hélios, Bran, Lugh, Hera, Cibele, Iranna,
Maui, Ea, Atena, Lono, Marduk - la lista es virtualmente interminable. Muchas de esas deidades,
con su historia, ritos y mitos correspondientes, alimentan el concepto de Divinidad para los
Wiccanos.
Algunos se sienten cómodos al asociar esos nombres y formas a la Diosa y al Dios, sintiendo que
posiblemente no serian capaces de reverenciar seres divinos desprovistos de nombre. Otros creen
que la falta de nombres y aspectos representa una confortable ausencia de limitaciones.
Como ya dije antes, la Wicca descrita en este libro es «nueva», a pesar de ser construida sobre
ritos y mitos establecidos, profundamente arraigado en los más antiguos sentimientos religiosos
que la naturaleza hizo aflorar en nuestra especie. En estos rituales utilizo las palabras «el Dios» y
«la Diosa» en vez de nombres específicos como Diana y Pan. Cualquier persona con una
afinidad especial con deidades en particular debe sentirse libre para adaptar los rituales de la
Sección III - El Libro de las Sombras de las Piedras Erguidas para incluirlas.
En caso de no estar familiarizado con las religiones politeístas no occidentes o no haber creado
afinidad con otras divinidades que no sean aquellas con las cuales fue educado, comience por
aceptar la seguiste premisa (por lo menos un momento): lo Divino es gemelo, consistiendo en la
Diosa y en el Dios.
Tantos nombres les han sido dados que han pasado a ser llamados Los Sin Nombre. En
apariencia se ven como deseamos, pues Ellos son todas las deidades que alguna vez existieron.
La Diosa y el Dios son todopoderosos, porque son los progenitores de toda la existencia
manifestada o no. Podemos contactarlos y comunicarnos con ellos porque una parte de nosotros
está en Ellos, así como Ellos están en nosotros.
La Diosa y el Dios son iguales; ninguno es más alto o más merecedor de respeto. Aunque
algunos Wiccanos centralizaron sus rituales en la Diosa olvidando por completo al Dios, esto es
una reacción a los siglos de sofocante religión patriarcal y la pérdida de reconocimiento del
aspecto femenino de lo Divino. La religión basada totalmente en la energía femenina, sin
embargo, es tan desequilibrada y antinatural como otra totalmente centrada en lo masculino. Lo
ideal es un equilibrio perfecto entre los dos. La Diosa y el Dios son iguales, complementarios.
La Diosa
La Diosa es la Madre universal. Es la fuente de la fertilidad, de infinita sabiduría y de los
cuidados amorosos. Siguiendo la Wicca, Ella posee tres aspectos: la Doncella, la Madre y la
Anciana, simbolizadas por las Lunas Creciente, Llena y Menguante. Ella es al mismo tiempo el
campo no arado, la plena cosecha y la Tierra duramente, cubierta de nieve. Ella da a luz
abundancia. Pero, asi como la vida es su regalo, ella la presta con la promesa de la muerte. Esta
no significa tinieblas y olvido, sino reposo de la fatiga de la existencia física. Es una existencia
humana entre dos encarnaciones.
Puesto que la Diosa es la naturaleza, toda la naturaleza, Ella es tanto la tentadora como la vieja;
el tornado y la lluvia fresca de primavera; la cuna y el túmulo. Sin embargo, a pesar de abarcar
ambas naturalezas, la Wicca la venera como dadora de la fertilidad, del amor y de la abundancia,
aún reconociendo su lado oscuro también. Nosotros la vemos en la Luna, en el silencioso y
fluyente océano, es el primer retoño de la primavera. Ella es la encarnación de la fertilidad y del
amor.
La Diosa ha sido conocida como la Reina del paraíso, Madre de los Dioses que crearon los
Dioses, la Fuente Divina, la Matriz Universal, la Gran Madre e incontables títulos más.
Muchos símbolos son utilizados en la Wicca para honrarla, como el caldero, la copa, el hacha,
flores de cinco pétalos, el espejo, collares, conchas de mar, perlas, plata, esmeralda… para citar
unos pocos.
Por tener dominio sobre la Tierra, el mar y la Luna, muchas y variadas son sus criaturas. Algunas
incluirían el conejo, el oso, la lechuza, el gato, el perro, el murciélago, la oca, la vaca, el delfín,
el león, el caballo, el escorpión, la araña y la abeja. Todos son sagrados para la Diosa.
Ella ha sido representada como una cazadora corriendo con sus perros de caza; una deidad
celestial caminando por los cielos con polvo de estrellas saliendo de sus pies; la eterna Madre
con el peso de la crianza; la tejedora de nuestras vidas y muertes; una Anciana caminando bajo la
luz de la luna buscando los débiles y olvidados, así como muchos otros seres. Pero,
independientemente de cómo la vemos, Ella es omnipresente, inmutable, eterna.
El Dios
El Dios también ha sido reverenciado por eones. Él no es ni la deidad rígida, todopoderosa del
cristianismo o judaísmo, ni tampoco un simple consorte de la Diosa. Dios o Diosa ellos son
iguales, son uno.
Vemos al Dios en el sol, brillante sobre nuestras cabezas durante el día, naciendo y poniéndose
en un ciclo infinito que gobierna nuestras vidas. Sin el sol, no podríamos existir; por lo tanto Él
también ha sido adorado como la fuente de toda vida, el calor que rompe las semillas
adormecidas, despertándolas a la vida, y estimula el brote verde de la tierra después de la fría
nieve del invierno.
El Dios es también gentil con los animales silvestres. En la forma de Dios Astado, es a veces
representado con cuernos en su cabeza, que simbolizan su conexión con estas las bestias. En
tiempos antiguos, la caza era una de las actividades que se creía regidas por el Dios, en tanto la
domesticación de los mismos se creía una actividad de la Diosa.
Los dominios del Dios incluían las florestas intocadas por las manos del hombre, los desiertos
ardientes y las más altas montañas. Las estrellas, al ser en verdad soles distantes, son a veces
asociadas a su poder.
El ciclo anual del brote, maduración y cosecha ha sido siempre vinculado al sol, y de ahí los
festivales solares de Europa (discutidos más profundamente en el Capitulo 8 - Días de poder), los
cuales son aún observados en la Wicca.
El Dios es la cosecha ya madura, el vino embriagante extraído de las uvas, el grano dorado que
se mece en un campo, las manzanas jugosas que penden de ramas verdes en las tardes de otoño.
Junto a la Diosa, Él también celebra y preside el sexo. La Wicca no evita el sexo o habla sobre él
con palabras encubiertas. Es una parte de la naturaleza y como tal es aceptado. Por traer placer,
desviar nuestra conciencia del mundo cotidiano y perpetuar nuestra especie, es considerado un
acto sagrado. El Dios nos imbuye vigorosamente con el deseo que asegura el futuro biológico de
nuestra especie.
Símbolos normalmente utilizados para representar o venerar al Dios incluyen la espada, cuernos,
la lanza, las velas, el oro, el bronce, diamante, a hoz, la flecha, la vara mágica, el tridente, los
cuchillos y otros. Criaturas que le son sagradas incluyen al toro, el perro, la cobra, o pez, el
ciervo, el dragón, el lobo, el jabalí, el águila o halcón, el tiburón, los lagartos y muchos más.
Desde antiguo, el Dios es el Padre Cielo, y la Diosa es la Madre Tierra. El Dios es el cielo, la
lluvia y el relámpago, que desciende sobre la Diosa y se une a Ella, esparciendo sus semillas
sobre la tierra, celebrando la fertilidad de la Diosa.
Aún hoy, las deidades de la Wicca están firmemente asociadas a la fertilidad, pero cada aspecto
de la existencia humana puede ser asociado a la Diosa y al Dios. Pueden ser llamados para
ayudar a atravesar las vicisitudes de nuestras existencias y traer placer a nuestras vidas
normalmente carentes de espiritualidad.Esto no significa que cuando ocurran problemas debamos dejarlos en las manos de los Dioses.
Esta es una maniobra de fuga, el evitar lidiar con los baches del camino de la vida. Como
Wiccanos, sin embargo, podemos llamar a la Diosa y al Dios para limpiar nuestras mentes y
ayudarnos a sobrellevarlos. La magia es un excelente medio para esto. Después de sintonizarse
con la Diosa y con el Dios, los Wiccanos piden Su ayuda durante el rito mágico que
normalmente se sigue.
Más allá de esto, la Diosa y el Dios pueden ayudarnos a cambiar nuestras vidas. Puesto que las
divinidades son las fuerzas creativas del universo (y no sólo símbolos), podemos llamarlas para
fortalecer nuestros ritos y bendecir nuestra magia. Nuevamente, esto se opone directamente a la
mayoría de las religiones. El poder está en las manos de cada practicante, y no en las de
sacerdotes o sacerdotisas especializados que celebran tales ritos para las masas. Esto es lo que
hace de la Wicca un medio de vida realmente satisfactorio. Tenemos vínculos directos con las
Deidades. No necesitamos de intermediarios - sacerdotes, confesores o chamanes. Nosotros
somos los chamanes.
Para desarrollar una relación con la Diosa y con el Dios, una necesidad para quienes deseen
practicar la Wicca, podría desear intentar estos rituales simples.
A la noche, siéntese o permanezca de pie mirando hacia la Luna, si estuviera visible. Si no,
imagine la Luna más llena que haya visto con su brillo blanco plateado en la oscuridad,
directamente sobre y delante de usted.
Sienta la suave luz lunar besando su piel. Siéntala tocando y mezclándose a sus propias energías,
uniéndose y formando nuevos patrones.
Vea a la Diosa en cualquier forma que desee. Llámela, entonando antiguos nombres si lo desea:
Diana, Lucina, Selena. Abra su corazón y su mente para el aspecto de la energía de la Diosa
manifestado en la luz de la Luna.
Repita este proceso diariamente por una semana, preferentemente en el mismo horario de la
noche.
Paralelamente a este ejercicio, sintonícese con el Dios. Al levantarse por la mañana, no importa
cuán tarde sea, quédese de pie ante el Sol (a través de una ventana si es necesario, o al aire libre
si es posible) y báñese en su energía. Piense en el Dios. Visualícelo como quiera. Puede ser un
poderoso guerrero musculoso, irguiendo una lanza en una de las manos mientras que en la otra
lleva a un niño o un racimo de uvas cubierto de rocío.
Puede desear entonar nombres del Dios, como Cernunnos, Osiris, Apolo, así como hacia con la
Diosa.
Si no desear visualizar al Dios (pues la visualización puede imponer limitaciones), simplemente
entre en armonía con las energías que emanan del Sol. Incluso aunque las nubes bloqueen el
cielo, las energías del Dios aún le alcanzarán. Siéntalas con toda su imaginación mágica (vea
Capítulo 11 Ejercicios y Técnicas de Magia).
Impida que otros pensamientos diferentes perturben su reverencia al Dios. Libere sus
sentimientos; abra su conciencia para cosas más elevadas. Llame al Dios con sus propias
palabras. Exprese su deseo de sintonizarse con Él.
Practique estos ejercicios diariamente por una semana. Si desea explorar los conceptos de la
Diosa y del Dios, lea libros sobre mitología de cualquier pueblo del mundo. Lea los mitos pero
busque sus temas fundamentales. Cuánto más lea, más informaciones tendrá en sus manos;
eventualmente, usted buceará en un mar de conocimiento desestructurado pero extremadamente
complejo sobre las deidades. En otras palabras, comenzará a conocerlas.
Si después de siete días todavía siente la necesidad (o el deseo), prosiga con estos ejercicios
hasta sentirse confortable con la Diosa y con el Dios. Ellos siempre están en nosotros y a nuestro
alrededor; sólo necesitamos abrirnos a tal conciencia. Este es uno de los secretos de la Wicca - lo
Divino habita lo interior.
En su búsqueda por el conocimiento de los Dioses, pasee largamente bajo los árboles. Estudie las
flores y las plantas. Visite lugares silvestres, naturales y sienta la energía de la Diosa y del Dios
directamente - a través del fluir de un riachuelo, el pulso de energía proveniente del tronco de un
viejo roble, del calor de una piedra calentada por el sol. Familiarizarse con la existencia de las
Deidades es más fácil por el contacto real con tales fuentes de poder.
A continuación, después de haber alcanzado tal estado, puede ser que desee establecer un altar o
santuario, permanente o temporal, para la Diosa y para el Dios. No necesita más que una
pequeña mesa, dos velas, un incensario y un plato o fuente para contener las ofrendas de flores,
frutas, grano, semillas, vino o leche.
Disposición de un altar simple:
Posicione dos velas en sus soportes en la parte de atrás del altar. La vela de la izquierda
representa a la Diosa; la de la derecha, al Dios. Colores son normalmente utilizadas para
distinguirlos; una vela roja para el Dios y una verde para honrar la Diosa. Esto concuerda con las
asociaciones naturales de la Wicca, pues el verde y el rojo son antiguos colores mágicos
conectados a la vida y a la muerte. Otros colores pueden ser utilizados - amarillo u oro para
honrar al Dios, blanco o plata para la Diosa.
Posicione el incensario delante y entre esas velas, y delante de este el plato o la fuente de
ofrendas. Un florero con flores de la estación puede también ser añadido, así como cualesquiera
objetos personales de poder, como cristales, fósiles y hierbas secas.
Para iniciar un ritual simple a los Dioses en su altar, quédese de pie delante de él con una ofrenda
de alguna clase en su mano. Encienda las velas y el incienso, posicionando la ofrenda dentro del
plato o de la fuente, y recite palabras como estas:
Señora de la Luna, de los mares incesantes y del brotar de tierra, Señor del Sol y de las
criaturas silvestres, Acepten esta ofrenda que aquí deposito en su homenaje. Concédanme la
sabiduría para percibir su presencia en toda la naturaleza, Oh antiguos.
Tras esto, siéntese o deténgase de pie unos instantes en contemplación de las deidades y de su
creciente relación con ellas. Siéntalas dentro y alrededor de usted. A continuación, extinga las
llamas (use sus dedos, un apagador de velas o la hoja de un cuchillo. Soplarlas es una afrenta al
elemento Fuego.) Deje que el incienso se consuma por completo, y continúe con su noche o día
normal.
Si lo desea, vaya hasta el altar una vez por día en un horario determinado. Puede ser al
levantarse, poco antes de ir a dormir, o después del almuerzo. Encienda las velas, entre en
sintonía y en comunión con La Diosa y con El Dios. Esto no es necesario, pero el ritmo
constante creado por este ciclo es benéfico y mejorará su relación con las deidades.
Devuelva a la Tierra las ofrendas dejadas en el altar al final de cada día o cuándo traiga más para
dejar.
Si no pudiera montar un altar permanente, dispóngalo cada vez que sienta la necesidad de usarlo,
guardando a continuación los instrumentos. Haga de la colocación de las herramientas sobre el
altar una parte del ritual.
Este simple rito desmiente sus poderes. La Diosa y el Dios son entidades reales y viables,
poseedoras de la fuerza que creó el Universo. Conectar con ellos nos cambia para siempre.
También enciende una nueva esperanza para nuestro planeta y para nuestra continuada existencia
sobre él.
Si este rito es formal demasiado para usted, cámbielo o escriba el suyo propio. Esta es la base de
este libro: haga las cosas a su modo y no al mío, sólo porque las puse en el papel. Es imposible
ajustar mi pie dentro de la huella de alguien en la arena. No existe un modo único y correcto en
la Wicca; tal pensamiento pertenece a las religiones monoteístas que en su mayoría se han
convertido en instituciones políticas y mercantiles.
Descubrir a las deidades de la Wicca es una experiencia sin fin. Constantemente se presentan a sí
mismas. Como dicen los chamanes, «esté atento». Toda la naturaleza nos está cantando Sus
secretos. La Diosa constantemente descorre Su velo; el Dios constantemente nos ilumina con
inspiración y esclarecimiento. Nosotros simplemente no lo notamos.
No se preocupe con lo que los otros puedan pensar de enterarse que usted estuvo armonizándose
con una Diosa de 20.000 años. Sus sentimientos y pensamientos acerca de su religión no
acarrean consecuencias. Si siente la necesidad de ocultar sus experiencias de los otros, hágalo,
más no por miedo o vergüenza, sino porque realmente transitan caminos diferentes. La Wicca no
encaja con todo el mundo.
Hay quienes dicen que nosotros (y cualquier otro que no siga sus rituales o abrace su teología)
estamos alabando a Satán. No que nosotros sepamos, por supuesto; Satán es demasiado engañoso
para eso, según estos expertos.
Tales personas no pueden creer que cualquier religión, además de la suya, puede ser profunda,
gratificante y verdadera para aquellos que en ella creen. Así pues, si alabamos al Dios y a la
Diosa, dicen, estamos negando todo el bien y adorando a Satán, la encarnación de toda la
negatividad y del mal.
Los Wiccanos no son tan radicales. Quizá la mayor de las vanidades humanas es asumir que el
propio es el único camino para llegar a la divinidad. Tales creencias han causado incalculables
derramamientos de sangre y el surgimiento del odioso concepto de las guerras santas.
La base de esta equivocación parece ser el concepto de un ser incorrupto, puro y positivo - Dios.
Si esa deidad es la suma de todo el bien, sus seguidores creen que también debe haber un ser
correspondiente negativo. Tenemos, así, a Satán.
La Wicca no concuerda con tales ideas. Reconocemos los aspectos obscuros de la Diosa y del
Dios de igual manera como reconocemos los claros. Todo en la naturaleza se compone de
opuestos, y esta polaridad reside también en nosotros mismos. Las más obscuras características
humanas, así como las más brillantes, están guardadas en nuestros inconscientes. Solamente
nuestra capacidad de alzarnos sobre los impulsos destructivos, canalizando tales energías para
pensamientos y actos positivos, es capaz de separarnos de los asesinos masivos y de los
sociópatas.
Sí, el Dios y la Diosa tienen aspectos obscuros, pero no debería asustarnos. Analice algunas
manifestaciones de Sus poderes. Una inundación devastadora trae suelo rico en el cual florecerán
nuevas plantas. La muerte trae una mayor apreciación de la vida para los vivos y reposo para el
que parte. «Bien» y «mal» son generalmente idénticos en su naturaleza, dependiendo del punto
de vista adoptado. Adicionalmente, de todo mal, siempre surgirá algún bien.
Para sus practicantes, toda y cualquier religión es real, el artículo original. Jamás habrá una
religión, un profeta o salvador que satisfará la todos los cinco billones de humanos. Cada uno de
nosotros debemos encontrar nuestro modo ideal para armonizarnos con lo Divino. Para algunos,
este modo es la Wicca.
Los Wiccanos enfatizan los aspectos brillantes de las deidades porque esto nos da un propósito
para crecer y evolucionar a los aspectos más elevados de la existencia. Cuando la muerte, la
destrucción, el dolor y la ira surgen en nuestras vidas (lo que es normal), nos podemos volver
hacia la Diosa y el Dios y saber que eso es una parte de ellos también. No necesitamos atribuirle
a un demonio esos aspectos naturales de la vida y apelar a un dios puro y casto que nos libre de
ellos.
Al comprender verdaderamente a la Diosa y al Dios, pasamos a entender la vida, pues ambos
están intrínsecamente conectados. Viva su vida terrenal plenamente, pero intente también ver los
aspectos espirituales de sus actividades. Recuerde, lo físico y lo espiritual no son sino reflejos
uno del otro.
Cuando dicto cursos, una cuestión suele surgir a menudo:
«¿Cuál es el sentido de la vida?»
Puede venir acompañada de una risa, pero esta es una cuestión que, si es respondida, satisface
todas las otras que podamos tener. Es el problema que todas las religiones y sistemas filosóficos
han luchado por resolver.
Cualquiera puede encontrar la respuesta con la simple técnica de vivir y observar la vida. Y
aunque dos personas no encontrarán las mismas respuestas, pueden hallarlas juntos.
La Diosa y el Dios son de la Naturaleza, tanto de lo bello como de lo obscuro. No hacemos culto
la naturaleza como tal; algunos Wiccanos probablemente dirían que ni siquiera hacen culto la
Diosa y el Dios. No nos inclinamos ante las deidades; nosotros trabajamos con Ellos para crear
un mundo mejor.
Esto es lo que hace de la Wicca una religión verdaderamente participativa.
Scoot Chuninngh 1981
Wicca y Chamanismo
El Chamanismo ha sido considerado la primera religión. Existía antes de las mas antiguas
civilizaciones, antes de que nuestros ancestros diesen sus primeros pasos en su larga jornada
rumbo al presente. Antes de ese tiempo, los chamanes eran los curanderos, responsables para la
distribución del poder, masculino e femenino. Ellos operaban magia y se comunicaban con los
espíritus de la naturaleza.
Los chamanes fueron los primeros humanos con conocimiento. Ellos lo crearon, descubrieron,
cultivaron y utilizaron. El conocimiento es poder; los hombres y mujeres que la poseían en
aquellos días eran chamanes.
¿De que modo los chamanes descubrían y capturaban este pode? Por medio del éxtasis - estados
alterados de consciencia por los cuales ellos se comunicaban con las fuerzas del universo. Los
primeros chamanes adquirían ese estado con la utilización de herramientas como el ayuno, sed,
auto flagelación, ingestión de substancias alucinógenas, concentración y demás. Una vez
controladas, tales técnicas permitían que ellos ganaran conciencia de otros mundos, no físicos.
Todo conocimiento mágico fue obtenido por medio de esas «cambios de consciencia».
Encuentros con espíritus y deidades, plantas y animales ampliaron nuevos puntos de vista. Entre
su propia gente, los chamanes generalmente compartían parte de ese conocimiento, reservando el
resto para uso personal. La sabiduría shamánica no era para consumo público.
Posteriormente, los chamanes perfeccionaron el uso de instrumentos para facilitar esas
alteraciones de consciencia, marcando el surgimiento de los rituales de magia. Los chamanes
alrededor del mundo todavia usan instrumentos como tambores, objetos reflectivos, música,
cánticos y danza. Realmente, los rituales chamánicos más eficaces son los que utilizan tanto
herramientas naturales como artificiales - el ruido de la brisa, el quebrar de las olas del océano,
llamas danzantes, repiques constantes de um tambor. Todo eso, combinado con la oscuridad de
la noche y los cantos, acaba por abrumar los sentidos, forzando la alteración de la conciencia del
mundo físico hacia los vastos reinos de la energía. Tales son los ritos chamánicos aún existen en
nuestros días.
De esos primitivos comienzos surgirían todas las formas de magia y religión, incluyendo la
Wicca. A pesar de la actual controversia acerca de la «antigüedad» de la Wicca, ésta
espiritualmente desciende de esos ritos. Y aunque refinada y alterada por nuestro mundo, la
Wicca aún toca nuestra alma y causa éxtasis - cambios de consciencia -, uniéndonos a lo Divino.
Muchas de las «técnicas» de al Wicca son de origen chamánico.
De este modo, la Wicca pude ser descrita como una religión chamánica. Como en el
Chamanismo, apenas un grupo selecto siéntese coaccionado a adentrarse en este círculo de luz.
Hoy, la Wicca ha abandonado las provocaciones de dolor y el uso de alucinógenos, a favor de los
cánticos, la meditación, concentración, visualización, música, danza, invocación y drama ritual.
Con estas herramientas espirituales, la Wicca alcanza un estado de consciencia ritual semejante a
aquellos obtenidos por las mas brutales provocaciones shamánicas.
He utilizado deliberadamente el término «estado alterado de conciencia». Tales estados no son
antinaturales, sino un desvío de la consciencia despierta «normal». La Wicca enseñanza que la
naturaleza incluye un amplio espectro de estados mentales y espirituales de los cuáles la mayoría
de nosotros somos ignorantes. Los efectivos rituales Wiccanos nos posibilitan penetrar en tales
estados, permitiéndonos comulgar y comunicarnos con la Diosa y con el Dios.
Al contrario de algunas religiones, la Wicca no ve lo Divino como algo distante. La Diosa y el
Dios están dentro de nosotros y se manifiestan en toda la naturaleza. Esto es la universalidad: no
hay nada que no sea de los Dioses.
Un estudio sobre el Chamanismo revela mucho de la naturaleza de la magia y de las experiencias
religiosas en general, y de la Wicca en particular (vea lista de libros recomendados en la
Bibliografía). Utilizando el ritual como un modo de ingresar a la consciencia ritual, el chamán
Wicca expande constantemente su conocimiento, y el conocimiento es poder. La Wicca ayuda a
sus practicantes a entender el universo y nuestro lugar en él.
En este momento, la Wicca es una religión con muchas variaciones. Por ser un sistema tan
personalmente estructurado, lo máximo que puedo hacer es declarar datos genéricos sobre su
credo y a partir de ahí, filtrándolos con mi experiencia y conocimientos, crear un cuadro de la
naturaleza de la Wicca.
La Wicca, así como muchas otras religiones, reconoce la Dualidad de lo Divino. Reverencia
tanto a a la Diosa como al Dios. Ellos son iguales, cálidos y afectuosos, no distantes ni morando
en el «paraíso», sino omnipresentes en todo el universo.
La Wicca nos enseña también que el mundo físico es apenas una de muchas realidades. Lo físico
no es la más alta expresión absoluta, ni es lo espiritual «más puro» que la base. La única
diferencia entre lo físico y lo espiritual es que lo primero es más denso.
Como las religiones orientales, también la Wicca abraza la doctrina de la reencarnación, ese
tema tan mal comprendido. Al diferencia de dichas filosofías orientales, no obstante, la Wicca no
enseña que tras la muerte física nuestras almas vayan a reencarnar en otras que no sean humanas.
Además, pocos practicantes creen que iniciamos nuestra existencia como piedras, árboles o aves
antes de evolucionar al punto de poder reencarnar como seres humanos. A pesar de tales
criaturas y sustancias poseen una cierta clase de alma, no es del mismo tipo que la que nosotros,
humanos, poseemos.
La reencarnación es aceptada como un hecho por millones de personas, tanto en oriente como en
occidente. Responde a muchas preguntas: ¿Qué ocurre después de la muerte? ¿Por qué tenemos
el recuerdo de cosas que jamás hicimos en nuestra vida? ¿Por qué hay veces que somos
inexplicablemente atraídos por lugares o personas que nunca antes habíamos visto?
Seguramente, la reencarnación no puede responder totalmente a todas esas cuestiones, pero ahí
está para ser estudiada. No es algo que deba ser creído. A través de la contemplación, la
reflexión, la meditación y el auto-análisis muchos llegarán al punto en que la acepten como un
hecho. Para mayores información acerca de este tema, véase el Capítulo 9: La Espiral del
Renacimiento.
El ideal Wiccano de moralidad es simple: haz lo que desees, mientras no dañes a nadie. Esta
regla contiene otra condición implícita: no haga nada que le perjudique tampoco a usted. Así, si
usted como Wiccan abusa de su organismo, negándole las necesidades de la vida o hiriéndose a
sí mismo de cualquier otro modo, estará usted violando este principio.
Esto es más que una mera cuestión de supervivencia; esto asegura que estará en buenas
condiciones para asumir la tarea de preservar y mejorar nuestro mundo, pues el cuidado y el
amor por nuestro planeta es parte vital de la Wicca.
La Wicca es una religión que utiliza la magia. Esta es una de sus características mas distintivas y
atrayente. ¿Magia religiosa? No es tan extraño como puede parecer. Los sacerdotes católicos
utilizan «magia» para transformar un pedazo de pan en el cuerpo de un «salvador» largo tiempo
fallecido. La oración - instrumento común a muchas religiones - es simplemente una forma de
concentración y comunicación con lo Divino. Si la concentración fuera ampliada, las energías
pasan a ser enviadas junto a los pensamientos que harán, con el tiempo, que la plegaria se torne
realidad. Las plegarias, por tanto, son una forma de magia.
Magia es la práctica de utilizar energías naturales (aunque poco comprendidas) para efectuar
cambios necesarios. En la Wicca, la magia es utilizada como instrumento para consagrar áreas
rituales, mejorarnos a nosotros mismos y al mundo en que vivimos.
Mucha gente confunde Wicca y Magia, como si fuesen intercambiables. Pero la Wicca es una
religión que envuelve el uso de magia. Si desea únicamente practicar Magia, probablemente la
Wicca no sea el mejor camino para usted.
Otro punto fundamental: la magia no es un medio de forzar a la naturaleza a hacer su voluntad.
Esta es una noción completamente errónea, alimentada por la creencia de que la magia es algo de
cierto modo sobrenatural, como si algo existente pudiese estar fuera de la naturaleza. La Magia
es natural. Es un movimiento armonioso de energías que origina cambios necesarios. Si desea
practicar magia, debe antes abandonar todas las nociones de ella como paranormal o
sobrenatural.
La mayoría de los Wiccanos no acepta la predestinación. A pesar de que honramos y
reverenciamos a la Diosa y al Dios, sabemos que somos almas libres con total control y
responsabilidad sobre nuestras vidas. No podemos apuntar para una imagen de un dios maligno,
como Satán, y culparlo por todos nuestros defectos y flaquezas. No podemos culpar al hado.
Cada segundo de cada día estamos creando nuestro futuro, moldeando los cursos de nuestras
vidas. Una vez que un Wiccano asume total responsabilidad por todo lo que haya hecho (en ésta
y en pasadas vidas) y determina que sus acciones futuras estarán de acuerdo con ideales y
objetivos más elevados, la magia florecerá y la vida se llenará de placer.
Eso quizá sea el corazón de la Wicca - es una unión alegre con la naturaleza. La tierra es una
manifestación de la energía divina. Los templos de la Wicca son los campos salpicados de flores,
las florestas, las playas y los desiertos. Cuando un Wiccano está al aire libre, él (o ella) está, en
verdad, envuelto por la santidad, así como un cristiano cuándo entra en una iglesia o catedral.
Adicionalmente, toda la naturaleza está siempre cantando para nosotros, revelándonos sus
secretos. Los Wiccanos escuchan a la Tierra. Ellos no ignoran las lecciones que Ella está
desesperadamente intentando enseñarnos. Cuando perdemos contacto con nuestro bendecido
planeta, perdemos contacto con lo Divino.
Estos son algunos de los principios básicos de la Wicca. Ellos forman la verdadera Wicca; los
rituales y los mitos son secundarios a estos ideales, y sirven para celebrarlos.
El Libro de las Sombras de las Piedras Verticales (libro de rituales), incluido en la Sección III es
una guía para que usted construya su propio ritual. Puesto que dichos ritos son apenas modelos,
no es necesario seguirlos al pie de la letra ni sentirse encadenado a ellos. Altérelos conforme a
sus necesidades. Siempre y cuándo los ritos lo conecten a las Deidades, estará todo correcto.
No ignore el mundo físico en favor de los reinos mágicos o espirituales, pues solo por medio de
la naturaleza podemos experimentar tales realidades. Estamos en esta Tierra por un motivo. Use,
sin embargo, los rituales para expandir su consciencia de forma que realmente pueda integrarse
en toda la creación.
El camino está abierto. La antigua Diosa y su Dios lo aguardan en su interior y a su alrrededor.
Que Ellos lo bendigan con sabiduría y poder.
Scoot Cuninnhg 1981
BRUJERÍA Y HOMOSEXUALIDAD
Una pregunta me vienen formulando con insistencia, desde hace poco relativamente, cosa de unos tres años.
— ¿Hay sitio en la brujería
para el homosexual? Esta pregunta casi hirió mi reputación. Por primera vez me
la hicieron cuando daba una conferencia, en Chicago, y luego me han vuelto a
plantear la misma cuestión en conversaciones privadas y miles de cartas,
venidas de todo el mundo. Como es natural, algo había que hacer para llegar a
una conclusión. Básicamente ya sabemos que no existe ninguna religión exclusiva
para mujeres o para hombres. Como es natural, tampoco la hay para los
integrantes del llamado «tercer sexo». Pero esto no es más que un razonamiento.
No constituye una respuesta categórica. El caso es que estos homosexuales se
han dirigido a mí, diciéndome que no son bien recibidos en las religiones
clásicas, y en cambio es un hecho probado que la homosexualidad estaba admitida
en las religiones antiguas. Nos inclinamos a dar una opinión personal, y para
ello se necesita un largo rodeo.
La brujería es una religión
matriarcal que reconoce la Fuerza de la Vida como lazo de unión entre todos sus
asociados. En esta breve fórmula no hay base o punto de partida que permita
entrever alguna relación entre la Vieja Religión y la homosexualidad. Sin
embargo, yo me he adentrado en el estudio de la historia antigua y de este
estudio han salido sorprendentes descubrimientos. Ignoro los volúmenes que he
consultado a la busca de datos que aclaren esta cuestión. Por aquí y por allá empecé
a hallar referencias, no sólo en los libros sino también en el campo de las
relaciones humanas. Convertida en una especie de madre confesora, me fui
enterando de muchas cosas llenándome de tristeza el retraimiento que muchos
homosexuales se ven obligados a padecer, debido a los prejuicios sociales, si
bien la opinión pública ha empezado a cambiar un poco de mentalidad a este
respecto, desde hace pocos años. Del mismo modo que los miembros de la religión
Wicca salieron a la luz pública dejando de ser ese tipo de sociedad secreta a
que estaban condenados, los homosexuales ya han dejado de refugiarse en la
sombra del anonimato. En eso hay algo que nos une: la lucha para sobrevivir.
Nosotros no hemos logrado aún que se nos comprenda, por ser la nuestra una religión
no ortodoxa; y a ellos les pasa lo mismo por considerarse su hábito una
conducta antinatural. Nosotros no podemos ir en contra de nuestra fe, nos
cueste lo que nos cueste; el homosexual no puede ir contra su propia
naturaleza, aunque le cueste un mar de sinsabores.
La juventud de nuestros días
ha abierto una era nueva. La religión ortodoxa de sus padres está siendo
relegada al olvido. Ellas y ellos tratan de hallar su propio camino hacia las
metas espirituales. Lo mismo se valen de drogas que de música rock. El caso es
derribar antiguos ídolos y erigir otros, adorando incluso a los sumos
sacerdotes de este nuevo y estrepitoso culto. El homosexual necesita también un
medio para satisfacer sus anhelos espirituales. Creen en algo más grande y más
poderoso que el hombre. Pero el homosexual no puede atacar ninguna religión
ortodoxa, pues su posición es la más vulnerable a la crítica. Si quiere
adherirse a una de esas religiones y sacar beneficio de ella, será rechazado
seguramente. Así se convierte en un proscrito, y necesita encontrar semejantes
que lo comprendan. Y va a buscarlos en esos grupos clandestinos al margen de la
sociedad, pues no tiene otra oposición. Estos grupos al principio son pequeños.
Unos cuantos amigos se reúnen para charlar, beber y hacer el amor. Luego van
ensanchándose. En todo el mundo hay clubs de esta clase que hacen su agosto a
base de «juke-boxes», salones de baile y tiendas de moda para trajes exóticos.
El nombre es lo de menos.
Sin embargo, con esto no se colma su afán de felicidad, cosa muy distinta del
placer físico. Eso son, pues, los homosexuales. Seres frustrados que no ven la
forma de realizarse plenamente, y con un pavoroso vacío espiritual en sus
vidas. Para muchas mentes conservadoras sonará raro eso de la espiritualidad
relacionada con el homosexualismo. Eso es consecuencia de una educación
trasnochada, herencia del puritanismo, donde se da el caso paradójico de que la
virginidad o el celibato se consideran una «virtud», y por otro lado se
estimula la procreación con premios a la natalidad y a las familias prolíficas.
Volviendo a mis
investigaciones, he hecho un curioso e interesante descubrimiento, y es que hay
cierta conexión entre los temperamentos uranianos u homosexuales, y la
religión, especialmente en el don de la profecía y en la adivinación. Los
versados en el estudio de las religiones no ignoran que en antiguos templos, y
dentro de determinados cultos, era práctica muy generalizada criar y educar a
ciertos jóvenes de una manera muy afeminada. Estos jóvenes eran elevados a la
categoría de sumos sacerdotes o curanderos de las tribus, sin merma del respeto
que como simples personas se merecían. Este hecho ha sido desfigurado por
historiadores y teólogos, y son pocos los que han comentado la relación
existente entre las funciones del homosexualismo y el poder psíquico. Lo que no
quiere verse es fácil de ocultar. Con no mirar, basta, actitud tanto más
notoria cuanto más altamente sofisticada se vuelve la sociedad.
Como la Biblia es familiar a
muchos y es el libro aceptado por nuestra civilización, no me parece
inapropiado hallar nuestro primer ejemplo en este libro. En el relato que hace
la Biblia del celo reformista del rey Josías (Reyes, 2-23) se dice que «el rey
mandó al sumo sacerdote, Helcías; a los sacerdotes del segundo orden y a los
que hacían guardia a la puerta, que sacaran del templo de Yahvé todos los
enseres que habían sido hechos para Baal, para Asera y para toda la milicia del
cielo, y los quemó fuera de Jerusalén, en el valle de Cedrón, e hizo llevar las
cenizas a Betel. Y derribó las casas de los sodomitas que estaban junto a la
casa del Señor, donde las mujeres tejían tiendas para Asera...»
Es curioso que la palabra
«sodomitas», así traducida, tenga un significado maligno, porque la palabra
hebrea similar «kedeshim» quiere decir «los consagrados» (varones) o más bien
«los puros». Es dudoso que la palabra haya sido bien traducida. Más claro
parece que estos hombres no eran tales, sino pertenecientes a la casta de las
«kedeshath» o mujeres sagradas, semejante a las Deva-dais de los templos
hindúes, especie de cortesanas que compartían funciones de índole tanto
espiritual como carnal. Por raro que parezca a las mentes modernas, es muy
probable que tanto hombres como mujeres asociaran una especie de servicio carnal
con las funciones proféticas.
En Siria, los esclavos
sagrados, o «kedeshim», recibían el mismo trato respetuoso que los profetas,
llamándose unos y otros «hombres del dios». En otras palabras, el profeta y el
esclavo sagrado eran «médiums» inspirados en quienes el mismo dios se
manifestaba de vez en cuando, ya con palabras, ya con hechos, convirtiéndose en
encarnaciones temporales de la deidad. Pero mientras los profetas tenían
libertad para desplazarse por todo el país, parece que los «kedeshim» estaban
adscritos regularmente a un santuario específico. Es de suponer, pues, que
tenían unas obligaciones particulares a cumplir en el templo, algunas de las
cuales habrían escandalizado a los espectadores, caso de haberlos. (Casi todas
las religiones antiguas estaban involucradas con ritos sexuales; el símbolo
fálico era corriente en los templos.)
Según el pasaje de la
Biblia, es presumible que las prácticas religiosas de los cananeos incluyeran
los servicios de varones, a modo de cortesanos, adscritos a los templos y
viviendo en su interior, así como mujeres consagradas, y que las ceremonias del
culto fueran en gran parte de carácter sexual. Es probable que el origen de
estas ceremonias fuera el sexo mismo, como símbolo de la fertilidad y como tal
favorable a la agricultura y a las buenas cosechas. La palabra Asera que hemos
citado, parece referirse a los ritos sexuales. En hebreo, aunque su traducción
es el nombre de una ermita, más bien parece referirse a un poste de madera o a
un árbol despojado de sus ramas y trasplantado junto al altar, sea éste
consagrado a Jehová o algún otro dios. Un pasaje bíblico de Jeremías (11:27)
sugiere que «Asera» era el emblema de Baal y también el órgano masculino; por
tanto, podríamos considerarlo como un emblema fálico. Aunque los custodios de
la ermita se hubiesen infiltrado en el templo judío, es probable que los
cortesanos fueran aborrecidos por los más celosos adictos a Jehová, puesto que
estaban perpetuando el culto rival de los dioses sirios Baal y Astarté. El
«Kedeshim», en realidad, era consagrado a Dea Syria, madre de los dioses, y se
sabe que conocía las fórmulas para conjurar los espíritus. En el Libro II de
los Reyes (21) leemos que Manases hizo edificar en lugares elevados «las
ermitas y altares para Baal». Hizo también que su hijo pasara a través del
fuego, instituyó evocado-res de los espíritus y adivinadores del porvenir.
También alzó la Asera en la casa del Señor. Su nieto Josías deshizo todo esto y
expulsó del país a los evocadores y a los adivinadores, «junto con los
Kedeshim». Parece, pues, con respecto a Siria y el texto bíblico, que existe
una cierta conexión entre el homosexualismo, el sacerdocio y el don profético.
. Siglos después, hallamos
una semejanza entre las costumbres de Siria y la de los negros de la costa
occidental africana. En esta región hay unas mujeres llamadas Kosio, asignadas
a los templos como esposas, sacerdotisas y concubinas de la gran Serpiente
Pitón. Pero además de las mujeres, también hay hombres Kosio, que se hacen
sacerdotes, y no hay diferencia en sus ideas y costumbres. Son muchos los
puntos de contacto entre los antiguos profetas de Israel y los africanos
occidentales del siglo xx, lo cual es un detalle curioso, por cuanto demuestra
la relación existente entre la homosexualidad, la profecía y el sacerdocio
En el estrecho de Bering,
entre las tribus de Kam-chadales, Chutchkis, Inoits y Koriaks, la
homosexualidad es una cosa corriente, y es notable su relación con el
chamanismo o vocación sacerdotal. Es frecuente que bajo la influencia
sobrenatural de uno de los chamanes, algún adolescente renuncie a su sexo y
anuncie que es una mujer. Deja que le crezca el cabello y se dedica por
completo a tareas femeninas. Por último, el que ha renegado de su sexo toma un
marido y lo lleva a su choza, donde desempeña las funciones de un ama de casa,
en el papel que corresponde a una esposa. Este cambio anormal de sexo es
fomentado por los chamanes, que lo interpretan como un mandato de su deidad
personal. El cambio de sexo parece ser el principio de un aprendizaje para hacerse
chamán, sobre todo en la tribu Chutchki.
Entre los
Koriaks, los hombres ocupan la posición de concubinas; al anunciar públicamente
su cambio de sexo los pasan a la categoría de intérpretes de sueños. Entre los
aborígenes de América del Norte, el hecho de que un hombre tenga contacto con
otro de su mismo sexo no tiene ningún sentido oprobioso. En Koriak, tal clase
de compañía se considera, por el contrario, como una gran adquisición. Los
hombres afeminados, lejos de ser despreciados, son mirados con respeto por la
gente y considerados como hechiceros.
El escritor
Elie Reclus, en su serie Primitive Folks, hablando de los Inoits, dice:
«¿Hay un
niño que tenga una faz hermosa y ademanes graciosos? La madre ya no le deja
jugar con compañeros de su edad. Le viste y le educa como a una niña. Cualquier
desconocido se sentiría decepcionado por su sexo. Cuando ha cumplido los
quince, la supuesta niña es vendida por una fuerte suma a una persona pudiente.
Los Choupans o jóvenes de esta clase son altamente cotizados por los Konyagas.
Por otra parte, entre los esquimales y pueblos afines, especialmente en el
Yuñón, hay chicas que rehúyen el matrimonio y la maternidad, cambiando de sexo
por así decirlo. Viven igual que los chicos, adoptando su indumentaria y
maneras. Cazan el ciervo. No tienen miedo en la caza ni sienten fatiga en la
pesca.»
Reclus sigue
diciendo que los Choupans suelen dedicarse al sacerdocio, aunque no todos
reúnen condiciones. Los que ya ejercen se cuidan de reclutarlos entre los
aspirantes. Los buscan de edad temprana, lo mismo chicos que chicas, pues no se
limitan a un sexo. Los aspirantes escogidos sufren una serie de pruebas, siendo
disciplinados por la abstinencia y prolongadas vigilias hasta que aprenden a
dominar sus instintos y a padecer con estoicismo toda clase de penas, haciendo
que el cuerpo se someta al espíritu, sin vacilar. Los aspirantes son instruidos
sobre las virtudes de la soledad y la meditación —lo que ellos llaman beber en
la luz— absorbiendo los resplandores de las auroras boreales, la luz plateada
de la luna y el viento que solloza sobre los desolados témpanos. Cuando el
estudiante ha pasado esta prueba de la soledad, se le tiene por suficientemente
capacitado para hablar con los grandes espíritus y el Choupan asciende a la
categoría de augakok o sacerdote.
Aquí es donde
el Choupan adquiere una semejanza con los Kedeshim yKedeshot de los cultos
sirios, así como con los Kosio de África. Tan pronto como el Chou-pan se
convierte en augakok, la tribu pone a su disposición un buen lote de chicas, de
agradable presencia, gracia y excelente disposición para videntes, curanderas,
sacerdotisas y profetisas. El augadok las perfecciona en la danza y otras
actividades, iniciándolas finalmente en los placeres del amor. Pero las
«chicas» cedidas al augakok son los jóvenes escogidos que carecen de sexo o se
lo han extirpado. Serían mirados como impuros si antes no hubieran sido
purificados por un rito especial. El método parece ser, primero, esterilizar el
Choupan en ciernes, de tal forma que el sexo ya no tenga importancia para él
como goce voluptuoso y luego se le hace experimentar el placer hasta quedar
saciado, lo mismo sirviéndose de un varón que de una hembra.
Entre los
indios de Illinois, se escogen hombres afeminados para que estén presentes en
la solemne danza del «calumet» o pipa sagrada. Pero no son invitados a bailar
ni a cantar. En cambio asisten a los consejos de ancianos, y no se decide nada
sin consultar su opinión. Por su manera anormal de vivir, el indio homosexual
es considerado como un manitou o ser sobrenatural, y por tanto, como un
personaje. Los indios sioux, los sacs y los fox dan al menos una fiesta al año
en honor del Berdashe, un hombre vestido con ropas femeninas. No es que
vista así para esta ocasión, sino que va así el año entero. A cambio de este
privilegio, tiene que trabajar para la tribu en las más arduas tareas, pues se
le cree dotado de poderes extraordinarios. Todo esto viene a significar que el
homosexualismo es un hecho y hasta contribuye al bienestar de la tribu por las
dotes intuitivas de quienes lo practican, muy superiores a la capacidad normal.
Un padre jesuita,
llamado Lafitan, que fue asimismo un fecundo escritor, expuso en 1724 sus
experiencias entre las tribus norteamericanas. Hablaba de mujeres que poseían
el valor viril, y se gloriaban por sus hazañas guerreras, es decir por unas
cualidades que parecían reservadas a los hombres. Sin embargo, en contubernio
con estas mujeres había hombres que imitaban los ademanes femeninos y que
tenían a mucha honra ocuparse en los menesteres del sexo débil. Renunciaban al
matrimonio pero participaban en todas las ceremonias de algún carácter religioso.
Tal género de vida haciéndoles acreedores al respeto del resto de la tribu. El
padre Lafitan menciona especialmente los illinois, los sioux, y las tribus de
Louisiana, Florida y el Yucatán. Sienta la hipótesis de que estos indios
homosexuales, tan conectados con la religión, son la misma clase de gente que
los adoradores de Cibeles en el Asia Menor, o unos orientales que consagraban a
la diosa de Frigia o a la Venus Urania ciertos sacerdotes vestidos de mujeres,
los cuales afectaban actitudes afeminadas, se pintaban la cara y deseaban ser
parte de un sexo falseado.
Los antiguos
escandinavos y los patagones nos proporcionan también ejemplos que ilustran
nuestra opinión. Casi todas las viejas civilizaciones daban por descontado que
en todas las especies, la humana incluida, la hembra era más sensible que el
macho y por ende, estaba más preparada para entender los misterios del universo
y averiguar las necesidades de sus semejantes. De ahí viene el origen del
matriarcado. La idea de una mujer jefe de la religión fue desterrada desde el
triunfo del Cristianismo, pero aún quedan reminiscencias matriarcales en
religiones ortodoxas, las cuales exigen que los sacerdotes usen faldas largas a
modo de hábitos.
La forma de
vestir no es prueba de homosexualidad. Sin embargo, en tiempos antiguos se
exigía al homosexual que no viviese en un mundo de sombras, sino que proclamara
su feminidad en las prendas con que se cubría. Jamás se les faltaba al respeto
y quizá fuera mejor, al fin y al cabo, que se encarasen con la realidad. En el
Congo no era raro que un sacerdote se disfrazara de mujer y le tratasen con afecto
llamándole «la gran madre».
En mi opinión
hay dos posibles teorías sobre este asunto, ambas no desprovistas de razón. La
primera es que, verdaderamente, existe una conexión entre los temperamentos
homosexuales y los poderes, psíquicos inusitados. La segunda, que la
homosexualidad es eliminada cuando una religión que la admite es desplazada por
otra nueva. Los dioses de la anterior conviértense en demonios para la
posterior. Los ritos poéticos de una edad son desplazados por la magia negra de
la siguiente.
Según Charles
Darwin, no se conoce en la naturaleza mayor rivalidad que la existente entre
una especie determinada y la anterior de donde aquella proviene. Lo mismo pasa
en religión. Los cristianos abominaban las formas paganas del culto. Aquellas prácticas,
según ellos, estaban inspiradas por el diablo. Por lo mismo, la nota homosexual
característica de antiguos ritos era considerada como algo obsceno y
antinatural. Luego vinieron los magos y satanistas para ultrajar al
cristianismo en sus propias imágenes y símbolos.
En todo esto
hay un elemento imperante: el terror. Los que no quisieron renegar de sus
propias creencias son intimidados para que lo hagan. Los protestantes han
atribuido a los sacerdotes católicos poderes e influencias de carácter mágico,
para enfrentarlos con las turbas fanatizadas. Un vivísimo ejemplo lo tenemos en
la guerra religiosa de Irlanda del Norte entre católicos y protestantes.
Los judíos establecieron el
culto a Jehová como una réplica a la religión de los sirios, que era naturalista.
De esta manera el judaísmo vino a ser como un germen de la religión cristiana.
Lo primero que los judíos hicieron fue denunciar a los sacerdotes y adoradores
de Baal y Astarté como hechiceros y adivinos poseídos por el demonio. Los
cultos denunciados eran de carácter sexual, basados en el placer y en el
carácter sagrado del sexo, pero después judíos y cristianos cerraron los ojos a
esta realidad, sin ver en lo sexual más que una abyección. Quienes practicaban
religiosamente los ritos sexuales eran condenados como adoradores de Belzebú.
El cristianismo medieval asociaba constantemente la homosexualidad con la
herejía, llegando a tal punto que la palabra francesa «hérite» o «hérétique» se
empleaba a veces en ambos sentidos. También «bougre» o «boulgarian» solía
usarse en los dos sentidos, aunque con este último término se designaba a una
secta hereje nacida en Bulgaria.
Aclaremos que tras esta
secular e implacable persecución del homosexualismo se ocultaba, más bien, una
gran aversión a los primitivos estatutos sociales. Las religiones primitivas no
sólo eran de carácter sexual, sino que estaban fundadas en una estructura
matriarcal de la sociedad. Era la hembra quien dominaba en la tribu. Sus
deidades eran femeninas. A su culto se dedicaban sacerdotisas y profetisas
principalmente. Cuál sería el ámbito de aquella sociedad primitiva, es cosa
difícil de averiguar. Lo cierto es que subsisten algunos rasgos de aquellas
instituciones matriarcales. Buena muestra es la que proporciona la religión
Wicca.
Vigente el cristianismo, los
ritos matriarcales tuvieron que practicarse en la clandestinidad, buscando para
ello lugares del campo apartados. La bruja es como una reliquia de aquellas
sacerdotisas antiguas, que también curaban con hierbas y conjuros mágicos.
Dentro de su hogar conserva los atributos y emblemas del culto primitivo. Sigue
practicando sus ritos cuando mudan las estaciones. Estudia la meteorología para
poder interpretar sus fenómenos. La escoba, la rueca, el caldero, la horquilla
y cierta clase de animales domésticos siguen siendo sus símbolos, dada su
relación con el antiguo simbolismo de una Madre diosa.
Llegada su hora a la
institución matriarcal y afianzado el dominio del varón, no muere por eso la
Vieja Religión, pero es posible que en ella se infiltren elementos extraños,
uno de ellos el homosexual. La religión es un pretexto para el que quiere
ejercer esas prácticas de las que está excluido el hombre «normal». La religión
nueva condena a la religión vieja, empezando por la mu-jer como cabeza
espiritual y siguiendo por el homosexual como imitador de la hembra.
No es simple coincidencia,
cuando se hace un estudio comparativo de las religiones, que exista esa
conexión entre el choupan y el angakok, el koyer y el chaman, el bersahe y el
docto en brujería, el basir de los dyks y el sacerdote-niño en los templos del
Perú y entre los budistas de Ceilán, China y Birmania. Todos estos casos vienen
a demostrar la idoneidad o aptitud del homosexual para el sacerdocio y la adivinación.
La tendencia actual, de atribuir un significado diabólico a los ritos y cultos
primitivos, puede encubrir el deseo de suprimir a los homosexuales de nuestro
medio, prefiriendo creer que al no reconocerlos nosotros, desaparecerán por sí
mismos.
Es tal, sin embargo, la
humana naturaleza, con esa determinación de borrar hasta el último vestigio de
las antiguas tradiciones y ritos, que vemos cómo la sociedad está cambiando
continuamente, al sentirse cada año la necesidad de acusar a uno de nuestras
propias filas, señalándolo como un homosexual igual que antes se acusaba a las
brujas. Vilipendiar a una minoría es quizá la forma moderna de hacer
sacrificios y, de esta manera, purgar nuestras culpas. Son corrientes las
acusaciones de homo-sexualidad contra órdenes religiosas, entre ellas la de los
Caballeros Templarios. Los periódicos hablan mucho de «líos» entre curas y
frailes. En Inglaterra, el pastor protestante, el párroco, el niño del coro,
son los más expuestos a esta clase de críticas. Todo lo cual demuestra que el
«tercer sexo» abunda en los círculos religiosos.
La ciencia nos presenta al
homosexual de una manera muy distinta a como lo hacen la religión y la moral
hoy día dominantes. Ahora es cuando empezamos a darnos cuenta de que ese
fenómeno temperamental está más difundido en el mundo de lo que vulgarmente se
cree. No se trata, pues, de casos aislados. Tampoco podemos incluirlo en la
categoría de acciones pecaminosas o hechos delictivos, que deben reprimirse con
rigores a ultranza.
Ya empieza a haber alguna
comprensión en la sociedad sofisticada de nuestros días, aunque antes de que
esa comprensión sea total será necesario cubrir diversas etapas. Se han dado ya
los primeros pasos hacia una acción común. Es prematuro decir cuál será el
último, más el hecho no deja de ser significativo.
Volviendo a las sociedades
primitivas, vemos que en ellas el hombre «normal» se dedicaba casi
exclusivamente a la caza y la guerra, mientras que la mujer se encargaba de las
labores del campo y las que siguen denominándose «propias de su sexo». Ellos y
ellas pasábanse los días trabajando en sus menesteres propios para poder
subsistir. Pero la sociedad evoluciona, y al evolucionar exige al hombre el
cumplimiento de muchas más funciones. Surge entonces un factor nuevo, el del
«hombre inter-medio», factor que debe tomarse en consideración. Si no fuera por
estos hombres —y mujeres también— de tipo intermedio, la vida social no habría
evolucionado un ápice desde la fase primitiva hasta nuestros días. Hombres y
mujeres seguirían dedicándose al trabajo peculiar de cada uno sin otra
finalidad que procurarse el sustento, o sea, crecer y vegetar como los árboles
y las plantas.
El hombre no bélico y la
mujer no doméstica buscan la forma de dar salida y canalizar esas energías que
no saben gastar en la guerra, en la caza ni en los menesteres caseros. Se hacen
curanderos, exorcistas, profetas o profetisas. Son los que sientan las bases
del sacerdocio, la ciencia, la literatura y el arte. Lo que fue originariamente
una desviación del instinto sexual trajo consigo importantes diferenciaciones
en la vida y las actividades sociales humanas.
Nuevamente, en la era que
vivimos, vuelve a presentarse la probabilidad de que esos hombres y esas
mujeres de tipo intermedio se conviertan en la gran fuerza impulsadora del
progreso. Y es que la naturaleza del hombre intermedio, al no pertenecer
totalmente a ninguna de las dos ramas progenituras del género humano, no puede
hallar satisfacción en las actividades reservadas a una sola de ellas. Debe, por
tanto, crearse una esfera de actividades para sí mismo, pues ya no cuenta con
la seguridad, con el escudo protector de la religión para salvaguardar sus
necesidades y satisfacer sus deseos en este mundo. Por otra parte, como ese
hombre se siente distinto de la mayoría, sin la ayuda de una educación superior
a la que no tiene acceso, sabe que si alguien le busca por un lado, por otro el
resto le desprecia. Objeto de admiración unas veces y de repugnancia las más,
no cesa de preguntarse:
— ¿Quién soy yo? ¿A dónde
voy? ¿Cuál es mi puesto? ¿Estoy condenado a vivir en un mundo nebuloso donde ni
eres hombre ni eres mujer?
Acaso el pobre se haga
ilusiones, como ya sucedió en el pasado, cuando contaban con él por sus dotes
psíquicas. Pero el papel de vidente le ha sido vedado. Al no tener cabida en
los medios ilustrados, él mismo ha tenido que proveer a una propia y exclusiva
cultura —una subcultura, mejor diríamos— compatible con su temperamento, y que
hoy se revela al mundo como una fuerza vital.
Esa persona intermedia de
cultura inferior está necesitada de guía espiritual. Potencialmente está muy
bien dotada para la percepción extrasensorial, pero aún sigue buscando una
forma de dar salida y encauzar ese portentoso caudal de energía. Si no lo hace,
ese hombre, o sea mujer, no es un ser completo. Negarle derecho a la existencia
no es resolver el problema. Negar a un hombre el derecho a superarse
espiritualmente, es añadir un pe-cado más —el pecado contra el Espíritu, de que
habla el Evangelio— a la ya larga lista de injusticias sociales.
Si no reconocemos ese
derecho nos exponemos a una situación de las más conflictivas. El homosexual no
ha de tardar en darse cuenta de que otros, como él, están faltos de amor, de
comprensión, de ayuda y asistencia. La miseria ha sido en todos los tiempos una
gran fuerza cohesiva que ha engendrado revoluciones.
Todas las sub-culturas ganan
en fuerza cuando se unen por lazos de hermandad, aunque sea temporalmente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los refugios de Londres crearon lazos de
simpatía entre personas que no tenían razones para gustarse mutuamente.
Mientras las bombas alemanas
llovían sobre la City, millares de refugiados, formando ingentes grupos,
apretujábanse dentro de aquellos túneles bajo tierra que para todos representaban
la salvación. Todos eran iguales y allí se sentían como hermanos. Y es que la
desgracia, la pobreza y el desamparo son grandes fuerzas cohesivas, capaces de
causar cambios revolucionarios que son largamente recordados y sirven para
llenar muchas páginas en los textos históricos.
Si somos realistas veremos
que la fusión en una persona de las características masculinas y femeninas
puede engendrar percepciones tan sutiles, tan completas, tan instantáneas como
las concebidas por la mente de un genio. Algunas de estas personas dan muestra
de una capacidad intuitiva tan grande que, sin saberse cómo ni por qué, se
enteran de cosas cuyo conocimiento no es accesible a las mentalidades
corrientes. El temperamento homosexual es tabú, pero como todos los tabúes, puede
trocarse en ventajas para la sociedad actual, lo mismo que sucedió en las
sociedades primitivas. La ocupación de los homosexuales en algo positivo (como
videntes, por ejemplo) podría contrarrestar las influencias negativas de estas
personas, unidas ahora en la adversidad para atraer la venganza sobre una
sociedad que les ha rechazado, les ha hecho sentirse extraños y no permite que
se les reconozca ninguna virtud, de cualquier índole que sea.
Creo, pues, que en atención
a las razones expuestas y dentro del ámbito de la brujería, deberíamos reservar
un espacio para esos homosexuales tenidos ahora como una escoria de la
sociedad, invitándolos a desarrollar sus facultades intuitivas. No quiero decir
que se les eleve a cierta clase de jerarquías, las cuales no ocuparon jamás en
la religión Wicca. Lo cierto es que hay muchos miembros de la brujería
incapaces de atender las copiosas demandas de ayuda que reciben, pues ni su
tiempo ni sus reservas psíquicas lo permiten. El homosexual podría ser
instruido para socorrer a otros individuos menos afortunados que están en
apuros. Claro que para eso se debe someter a una disciplina constante. Lo
primero de todo es no decir que tal o cual persona comete pecado por llevar una
clase de vida distinta. Yo creo que en la interpretación del pecado,
precisamente, es donde podemos ayudar al homosexual a integrarse de nuevo en la
sociedad. No hay nadie que pueda rendir lo suficiente bajo la carga de un
complejo, y menos cuando éste es de orden moral. Es entonces cuando las fuerzas
negativas del mal encuentran terreno abonado donde sembrar la cizaña.
Meterse en actividades
religiosas como medio de vida no tiene nada de fácil. En brujería, por lo
menos, que nadie se haga la ilusión de ingresar si no está completamente
enterado de nuestra doctrina y se muestra dispuesto a cumplirla. Estaría muy
equivocado un homosexual que ingresara en nuestra comunidad tomándola como un
medio de excusa a lo inexcusable dentro de su posición. El individuo no puede
inventar sus propias reglas de conducta, si bien es admisible que elabore sus
propios criterios y proceda con arreglo a los mismos, pero siempre partiendo de
aquel código brujeril. La certeza de este criterio puede manifestarse, en
ocasiones, bajo la forma de una aparición. Así, el choupan se considera angakok
cuando su propio doble se le revela desde el más allá. Idéntica seguridad se
adquiere al iniciarse en la religión yogui, de la India, cuando el dios —en
este caso— se aparece al estudiante bajo la forma de profesor o «gurú»39.
Se sabe también de casos, entre los santos cristianos, a quienes se manifiesta
la divinidad, en la forma de Jesús o María, como culminación de un magno y
agotador esfuerzo en la práctica de sus devociones.
Esto simboliza la apertura
de un área de percepción totalmente nueva. Es lo que puede ocurrir cuando el
alma, en su desarrollo perfectivo, experimenta uno de esos magnos impulsos, de
esas grandes crisis; es como un retoño que al brotar se desprende de su
cubierta protectora. En este momento es cuando se revela el nuevo orden, la
nueva vida, como una aparición en los gloriosos esplendores de la divinidad.
Muchos homosexuales desean
provocar esos estados alucinatorios a fuerza de drogas, movidos por la
esperanza de adentrarse en un mundo espiritual distinto, a diferencia de los no
homosexuales, que usan las drogas para evadirse de las responsabilidades del
mundo material. Si quiere infundirse ánimo a aquel homosexual mentalmente
espiritualizado, lo mejor —en vez de darle drogas— es hacerle olvidar los
motivos de su odio, que empiece a ver la vida como una plácida y prometedora
experiencia en la que puede realizarse sin temor a ser rechazado. Si hay un
sector de la Humanidad necesitado de guía religiosa, es el de los homosexuales.
Y esa guía bien pueden hallarla en una religión matriarcal como la nuestra.
Nosotros no queremos que purguen un pecado; sólo que rectifiquen y nada más. La
vida la enfocamos siempre en sus aspectos positivos, no negativos.
No puedo pasar por alto el
hecho de que muchas religiones asignan un puesto privilegiado al hermafrodita o
bisexual. Cierto que la bisexualidad está íntimamente ligada a la
homosexualidad, y el caso es que esa doble característica ha sido atribuida, a
más de una deidad.
Brahma, en la mitología
hindú, suele representarse como un ser bisexual. Siva, la más popular de las
deidades hindúes, también es bisexual. En el gran templo de Elefanta, Siva
aparece grabado en sucesivos paneles. (En el primer panel es un ser humano
perfecto, en pleno desarrollo; el lado izquierdo de la figura, sin embargo, es
marcadamente femenino, y el lado derecho excesivamente masculino. Dominan el
panel los dos tipos de órganos sexuales. En el panel siguiente se ve a Siva
como el varón perfecto con su pareja femenina perfecta, al lado suyo; el
consorte es Sakti o Parvati.) Son numerosas las repre-sentaciones, en la
literatura y arte hindúes, de Siva en su papel bisexual. Resulta interesante
'comparar este fenómeno con el relato de Elohim en el capítulo I del Génesis.
Nos encontramos con que «Elohim creó el hombre a su propia imagen, a imagen de
Elohim lo creó, los creó varón y hembra». Hay algunos teorizantes para quienes
esto significa, no sólo que el primer hombre era herma-frodita, sino que «el
propio creador era también de tal naturaleza».
En el Midrasch, Rabbi
Samuel-bar-Nachman dice: «Adán, al ser creado por Dios, era un hombre-mujer»
(andrógino)40 Esta teoría la sostiene también Maimónides, diciendo que «Adán y
Eva fueron creados juntos, unidos por las espaldas, mas Dios dividió este doble
ser, y tomando una mitad (Eva) la dio a la otra mitad (Adán) a fin de que le
sirviese de compañía».
En el Brihadaranyaka
Vpanishad, la evolución de Brahma es descrita así: «En los comienzos del mundo
hallábase él sólo, bajo la forma de una persona. Más no experimentaba ningún
deleite. Quería estar acompañado. Era tan grande como una mujer y un hombre
juntos. Entonces hizo de sí dos mitades, de las que salieron el primer marido y
la primera mujer.»
Por eso decía Yagnavalka:
—Somos
igual que un guisante partido en dos.
Estos singulares relatos de
las creaciones de Adán y Brahma sugieren la idea de que los dioses eran
concebidos de una manera antropomórfica, y dentro de ella, con doble sexo. Así
se explica fácilmente que el hombre, de-seando siempre emular a sus dioses, se
viera él mismo con doble sexo también.
El dios sirio
Baal es a veces representado con doble sexo en combinación con la diosa
Astarté. Una invocación popular decía: «Óyenos, Baal, seas dios o diosa.» Baal
era representado como andrógino y también Mitra. Hay muchos monumentos
mitraicos donde aparecen los símbolos combinados de la deidad masculina y
femenina. Venus y Afrodita eran adoradas en una doble forma. En Chipre había
una masculina y barbuda imagen de Venus, pero en atuendo femenino. Los
sacrificios eran ofrecidos a aquella estatua por hombres vestidos de mujer y
mujeres vestidas de hombres. Esta deidad, barbuda y femenina a la vez, es
conocida por dos nombres distintos: Afroditos y Venus Mylitta; su culto tenía
como escena-rios principales Siria y Chipre.
En Egipto se
conocía también una representación barbuda de Isis con un Horus niño en los
brazos. Asimismo se ha descubierto una representación andrógina de la diosa
Neith, con un miembro masculino bien erecto. Lo mismo podemos decir de la diosa
Friga o Freya, versión nórdica de Venus. La representaban con los órganos de
ambos sexos, empuñando una espada con la diestra y un arco con la izquierda.
Ciertas alusiones a Zeus y unas preces a Adonis nos presentan al primero como
hombre y «eterna virgen» a un mismo tiempo, y al segundo como «un joven de
abundante y graciosa cabellera, doncella y doncel».
Dionisos, una
de las figuras más notables en la mitología griega, es mostrado a menudo como
un andrógino40. Eurípides dice de él que «está femeninamente formado»,
y los himnos órficos refiéranse a él como bisexual. Arístides escribió un largo
discurso sobre Dionisos, diciendo entre otras cosas: «Así, pues, el dios es
varón y hembra. Sus formas están de acuerdo con este doble carácter. Para los
jóvenes es una doncella, y para las doncellas es un mancebo; para los hombres
en general, es un joven imberbe de una vitalidad desbordante.»
En el Museo de
Napoles hay una cabeza de Dionisos artísticamente modelada. Aunque con barba,
su expresión es inequívocamente femenina. A Apolo se le ve con frecuencia bajo
una forma esencialmente femenina, con las siluetas bastante acentuadas. El gran
héroe Aquiles, habiendo pasado la juventud entre mujeres, vestíase con ropas
femeninas. En el Louvre de París hay una estatua yacente hermafrodita, en
mármol, y tres elegantes bronces de Venus. Estas últimas figuras están de pie,
mostrando órganos masculinos. Yo creo que la explicación nos viene dada por el
sentido religioso de estas representaciones hermafroditas.
Como el arte relata su misma
historia —a veces el sueño realizado de una persona— es evidente que el doble
sexo, o un sexo que combinase las características del varón y la hembra, alucinaban
las mentes de aquellos pueblos antiguos. Sabemos que, en forma literal, no ha
sido producido ningún ser humano con un equipo completo de órganos femeninos y
masculinos capaces de cumplir las funciones de los dos sexos. Pero sabemos
también que son numerosas las formas intermedias de machos y hembras que tienen
un equipo de órganos capaces de funcionar, y sin embargo, están provistos
también de otro equipo del sexo opuesto. Siendo así, es probable que la
influencia de tales tipos intermedios la hubiesen conocido en tiempos pasados,
y se hubiera querido registrar y perpetuar el recuerdo de este fenómeno.
Desde el punto de vista
artístico es interesante notar que el tipo andrógino ha tenido su propia
evolución. En tiempos antiguos, las figuras tenían un simbolismo grotesco, mas
luego se hicieron más graciosas y realistas. El dios indio Siva, en ambas
formas sexuales, y las figuras barbudas de Afrodita y de Isis, son de una
crudeza que impone. No obstante, el Mitra persa no lo presentan con ese aspecto
monstruoso, sino como un hombre joven y hermoso de líneas femeninas. Igual
ocurre con el Adonis griego. Cuando un varón es representado con forma
femenina, es gracioso: no a la inversa. Es un punto en el que están de acuerdo
conmigo los entendidos en arte, cada vez que abordamos el tema de la
sexualidad: el varón homosexual puede ser físicamente bello, mas su equivalente
lesbiano parece grotesco en comparación.
En brujería, en la religión
Wicca, nosotros reconocemos que la deidad tiene dos caras, alternando entre Pan
y Diana. ¿Cómo negar que la homosexualidad halle un puesto en el movimiento
religioso de la brujería? Seguro que la razón básica en que todas las
religiones se apoyan, es la necesidad de enlazar al hombre con algo que le
supera en grandiosidad. Puede variar el nombre de la deidad, más las razones de
este reconocimiento son iguales en todas las lenguas. A veces olvidamos que si
las formas de la religión fueron inventadas se debió a que nosotros no somos
perfectos, y sólo podemos fijarnos en la figura de un dios como prototipo de la
perfección que nosotros buscamos. Si consideramos la religión abierta tan sólo
a los «puros de corazón», o si hablásemos tan sólo a los ya iniciados o
convertidos, entonces fallamos en el punto más esencial que afecta a la
religión. Personalmente, yo creo que la inscripción en la Estatua de la
Libertad contiene un mensaje religioso, al decir:
«Traedme a los pobres, a los
cansados, a los oprimidos que anhelan la libertad, al triste desecho de vuestra
prolífica costa; enviadme a éstos, a los carentes de hogar, los asolados por la
tempestad; junto a la puerta de oro estoy yo, con mi antorcha levantada.»
39. En este caso, «gurú» es
una voz sánscrita que significa maestro en el sentido didáctico de instructor
de alguna disciplina científica, ética y filosófica. Sólo se aplica con
referencia a los discípulos que siguen dichas enseñanzas. (N. del R.)
40. Aunque hermafrodita y
andrógino suelen emplearse como sinónimos, en filosofía ocultista no son
exactamente lo mismo. El andrógino es el ser que reúne en su cuerpo a la vez
los órganos masculinos y femeninos, pero que para procrear necesita ayudarse
con otro individuo de su especie. En cambio, el hermafrodita, que también reúne
los órganos de ambos sexos, se basta a sí mismo para la reproducción, o sea,
que viene a ser un andrógino más evolucionado. (N. del R.)
Sybil Leek
22 de febrero de 1917 - 26
de octubre de 1982
Texto Tomado Integro del
Capítulo 11 del libro ‟El Arte Completo De La Brujería” 1990
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